Estudios revelan: Hacer cosquillas a tus hijos puede ser malo. Provoca esto que debes saber

Las cosquillas son una sensación que se experimenta en algunas partes del cuerpo cuando son ligeramente tocadas, que consiste en cierta conmoción desagradable que suele provocar involuntariamente la risa.









Recientes estudios científicos demuestran que constituyen una parte importante del juego, de manera que, cuando se hacen cosquillas a una persona, no sólo intenta escapar y reír, sino que procura devolverlas.
El proceso de dar y recibir cosquillas obedece a una especie de programación neurológica que establece vínculos personales. Es, en definitiva, una actividad comunicadora innata.
A las cosquillas también se les ha denominado «reacción de miedo», por lo que el cerebro hace que el músculo “atacado” se mueva bruscamente, pero esto no evita que, en ocasiones extremas, indebidamente cause risa; es decir: más bien implican miedo de recibir sensaciones extrañas infligidas por otra persona.
Casi todo el mundo considera que el hecho de hacer cosquillas es un juego inofensivo que provoca risas. Pero el problema es que, el hecho de que provoque risas, no significa que no hagan sufrir.







El biólogo Richard Alexander, declara en el New York Times que “la risa que provocan las cosquillas no es el fenómeno feliz que muchos han asumido que es. Un niño puede transformar esas risas en lágrimas si son excesivas, no es una sensación placentera, sólo lo parece externamente.”

En el curso de la historia, son muchas las culturas que usaron las cosquillas a modo de tortura. Así lo hicieron, por ejemplo en China, durante la dinastía Han, que era una tortura para la nobleza porque hacía sufrir, pero no dejaba marca alguna.
En la actualidad, las cosquillas no parecen que sean algo que puedan hacer ningún tipo de daño, pero a decir verdad, pueden ser algo traumático.
Los padres, usan las cosquillas para hacer reír a sus hijos y, cuándo éstos piden que paren, no lo hacen puesto que la risa hace ignorar que, tal vez, están sufriendo. Es importante saber que, cuando un niño pide que se pare de hacerle cosquillas, ya sea con palabras o con su lenguaje corporal, lo mejor es parar. El hecho de que se pare cuando lo pide, es una forma para que aprendan que su cuerpo le pertenece y que nadie tiene derecho a decidir sobre él.
La psicóloga Alice Miller afirma que: “Si los niños se acostumbran desde el principio a que su mundo sea respetado, no tendrán problemas para reconocer las faltas de respeto en un futuro.”

Esto no quiere decir que no se le deben hacer cosquillas a los niños, porque a ellos les encanta que se le hagan, lo que quiere decir es que hay que hacerlo de manera responsable.

Es bueno que, cuando decidas hacer cosquillas a un niño, intentes hacer lo siguiente:

  • Si es demasiado pequeño, es mejor no hacerle cosquillas. Ya que no puede hablar, no será capaz de pedirte que pares.
  • Preguntar antes de hacerle cosquillas. Aunque es cierto que, para ellos, resulta mucho más divertido que se lo hagas por sorpresa.

  • Cuando te pida que pares, sea de la forma que sea, para.
  • A los niños hay que respetarlos en sus decisiones, si lo haces, como ya hemos dicho, les ayudará en un futuro a reconocer la falta de respeto.
¿Tenías idea de que las cosquillas podían llegar a causar un trauma?

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