De hecho, hay ocasiones en las que ignorar es una cuestión de salud mental porque hay actitudes que pueden llegar a desestabilizarnos o nos obstaculizan tanto que nos impiden avanzar y alcanzar nuestro potencial. Darnos cuenta de que estamos alimentando relaciones tóxicas, donde nosotros mismos somos los principales perjudicados, es el primer paso para salir de la tela de araña en la que nos hemos metido.
Ignorar es un arte. Se cuenta que en una ocasión, un hombre se acercó a Buda y, sin decir palabra, le escupió a la cara. Sus discípulos se enfurecieron. Ananda, el discípulo más cercano, le pidió a Buda:– ¡Dame permiso para darle su merecido a este hombre!Buda se limpió la cara con serenidad y le respondió a Ananda:– No. Yo hablaré con él.
Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, le dijo al hombre:
– Gracias. Con tu gesto me has permitido comprobar que la ira me ha abandonado. Te estoy tremendamente agradecido. Tu gesto también ha demostrado que a Ananda y a los otros discípulos todavía pueden invadirle la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos!
Obviamente, el hombre no daba crédito a lo que escuchaba, se sintió conmocionado y apenado.
Esta parábola nos muestra qué significa exactamente ignorar, una palabra que a menudo tiene una acepción negativa y que puede hacer que nos sintamos “malas personas” por ignorar a los demás.
Ignorar es simplemente no permitir que las palabras, actitudes y comportamientos dañinos de los demás hagan mella en nuestro equilibrio interior. No es necesario recurrir a la violencia velada ni hacer malas acciones, consiste simplemente en crear una capa protectora a tu alrededor.
Se trata de aprender a ignorar a ciertas personas en ciertos momentos, ni siquiera es necesario alejarse de ellas porque, al fin y al cabo, todos tenemos luces y sombras. Ignorar no es una forma de venganza ni una manera para hacer sentir al otro inferior, es tan solo una manera de protegerte.
Las 3 situaciones que debes aprender a ignorar
1. Las críticas destructivas. Cuando las críticas no tienen la intención de ayudarnos a mejorar sino tan solo de desmotivarnos o hacernos sentir inferiores, deberíamos hacer caso omiso de ellas. No dejes que otras personas te juzguen sin haber caminado con tus zapatos. Y mucho menos dejes que sus críticas te dañen.
2. Las malas acciones. Si una persona te hace una mala acción, no permitas que esta altere tu equilibrio psicológico porque entonces habrá logrado su objetivo. Recuerda que solo puede dañarte aquello a lo que le confieres poder. Anota la mala acción, reestructura tus expectativas sobre esa persona y sigue adelante.
3. Las manipulaciones. Algunas personas intentarán controlarte a través de la manipulación emocional. Es importante que seas consciente de ello y que aprendas a obviar los comentarios que hacen leva en tu sentido de la responsabilidad, tus sensaciones de culpa o incluso tu cariño, para hacerte tomar decisiones que de otra manera no tomarías. Cuando aprendes a ignorar ese tipo de comentarios, puedes ser verdaderamente libre para decidir cada paso en tu vida.
Construye tu escudo protector a través de la “Aceptación Radical”
Estamos tan acostumbrados a reaccionar que nos resulta espontáneo enfadarnos cuando alguien nos hace una mala acción o entristecernos cuando nos critican. De hecho, estas reacciones son normales, tampoco pretendemos ser como el Buda de la historia, el problema es cuando duran más de lo que deberían y terminan causándonos daño.
Aprender a ignorar es un proceso que requiere entrenamiento, así como un cambio de actitud profunda. Aunque puede parecer un contrasentido, para ignorar con eficacia no es necesario encerrarse dentro de sí sino todo lo contrario: abrirse por completo al mundo. Una técnica sencilla y muy potente para lograrlo es la “aceptación radical”.
Esta técnica forma parte de la Terapia Dialéctica Conductual, desarrollada por la psicóloga de la Universidad de Washington Marsha M. Linehan, y se enfoca en la regulación emocional potenciando habilidades como la tolerancia ante la angustia y la conciencia plena, por lo que también sientan sus bases en la filosofía budista.
La aceptación radical implica aceptar algo completamente, sin juzgarlo. En práctica, muchas de las cosas que dicen o hacen los demás nos molestan y desequilibran porque no se corresponden con nuestras expectativas, porque de cierta forma nos negamos a aceptar esas palabras, actitudes o comportamientos. Esa negación es la llama que alimenta la frustración, el rencor, el odio o la tristeza.
Cuando practicas la aceptación radical simplemente asumes lo que ha ocurrido, sin entrar en juicios de valor. Al asumir una distancia psicológica creas un escudo a tu alrededor que te brinda la oportunidad de responder a esa situación de manera que no te pase una factura emocional.