Aunque no nos gusten, debemos entender que el hecho de que los niños no paren quietos es normal. Están en la edad de descubrir y experimentar, y no deberíamos coartarles.
Un niño feliz, que disfruta interactuando y descubriendo el mundo, es ruidoso y revoltoso. Ahora bien, en los últimos tiempos está apareciendo un movimiento que nos llama mucho la atención y que nos preocupa: la “niñofobia”.
De un tiempo a esta parte ha aumentado un tipo oferta hotelera muy concreta, la que ofrece hospedaje “libre de niños”. Es decir, durante la estancia no nos encontraremos con bebés y otros menores que nos molesten por la noche con sus llantos o que nos incordien en la piscina con sus juegos.
Lo mismo ocurre en ciertos bares y restaurantes. Se trata de una oferta distinta para todos aquellos que deseen pasar un instante de paz alejados de la presencia infantil.
Este tipo de movimiento está teniendo mucha repercusión en Estados Unidos y Reino Unido, lo cual nos invita a reflexionar sobre una cuestión algo compleja.
¿Se nos ha olvidado ya lo que es la infancia? ¿Tan poca empatía tenemos que somos incapaces de conectar con esos años maravillosos, ruidosos y revoltosos que definen la niñez?
Cuando los niños molestan en nuestros espacios públicos
Empezaremos explicándote el caso de la cantante canadiense Sarah Blackwood. El año pasado experimentó una situación que la marcó y que denunció intentando que, con su historia, la sociedad reflexionara sobre algo importante.
Debía hacer un viaje en avión junto a su niño de 23 meses. Estaba embarazada de 7 meses y, aunque no era la primera vez que hacía ese trayecto desde San Francisco a Vancouver, en aquella ocasión fue algo distinto.
Cuando el avión aún no había despegado, su hijo empezó a llorar. Al poco, todo el pasaje la miró con molestia. No tardó en escuchar reproches sobre “que era una mala madre“, alguien que no sabía atender a su hijo.
No tardó en acudir la azafata, advirtiéndole de que debía calmar a su hijo, porque el pasaje estaba quejándose y podrían barajar la opción de hacerla bajar del avión si el niño no se callaba.
La joven madre quedó casi sin aliento.