La actitud es una parte importante de nuestras vidas, pues forma parte de cómo te presentas ante el mundo. Sin embargo, no es un temario de escuela, nadie te enseña cual es la mejor actitud ante los problemas ni con tu entorno. Tampoco te explican que debido a una buena o mala actitud se te pueden abrir o cerrar puertas.
De hecho, muchas veces nos confiamos en el conocimiento técnico, creyendo que con ello es suficiente para abrirte camino tanto profesionalmente como a nivel personal. Sin embargo, la realidad es que tu actitud forma parte de tu personalidad y tu entorno es capaz de percibirte y hacerse a una idea, de quién eres y cómo eres.
Pese a ser una característica con tanta importancia en la vida y en las relaciones.Muy pocas veces se enseña a cultivar una buena actitud y se corrigen las malas actitudes. Se les da prioridad al conocimiento y a las aptitudes, cosechando el crecimiento técnico dejando de lado el aspecto humano de las personas.
Esta decisión lleva a que las actitudes buenas o malas se acentúen y pasen a ser parte de tu “forma de ser”. Esta acción, crea el escenario perfecto para justificar tus actitudes bajo el “así es como hago las cosas”, entre otras excusas. Y no se reconoce el valor de estas opiniones para el crecimiento personal.
Aunque no lo quieras, tu actitud te convierte en un imán de positivismo o de negativismo, atrayendo a tu vida personal y profesional, lo que reflejas.
Por ello, que es importante comenzar a trabajar en construir una mejor actitud, llena de orgullo por ti mismo, por tus conocimientos, deseos y sueños, siempre considerando y cuidando el desarrollo profesional, al tiempo que te preocupas por tu desarrollo emocional. Así atraerás a personas con la misma energía que la tuya, y podrás desarrollarte a nivel profesional y personal con el apoyo de tu entorno.